lunes, 24 de mayo de 2010

A estas alturas, la cuestión de la soledad resulta tan tediosa leerla como escribirla, lo sé.
Pero es así como me siento. Solo. Una vez más.
Y me cago tanto en tus reproches como en tus consejos. No me importan.
Cuando ese sentimiento de soledad y vacío invade tanto el cuerpo como la mente, no hay cosas que importen demasiado...
No importan las palabras, los abrazos, las palmadas en el hombro...
No importa cuánta gente haya alrededor... nada cambia.

Quizás el único remedio para aliviar este malestar sea simplemente permanecer solo...
Quizás deba irme. A cualquier lado... huir.
A otro país, a otro continente, a otro mundo...
O quizás deba irme a lo que siempre me mandaron.
A cagar.

Sí, me voy a cagar. Pero no a tu baño. Ni al mío.
Me voy a cagar, pero no al baño.
Ahí me van a encontrar...

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