jueves, 25 de noviembre de 2010

martes, 23 de noviembre de 2010

SOBRE EL TRÁNSITO HUMANO EN LA VÍA PÚBLICA (PARTE I)

Odio a los viejos, a los niños, a las mochilas-carrito y a todo aquello que me impida transitar libre y pacíficamente por la vía pública.
Caminar por la calle y tener que soportar a la vieja que se detiene bruscamente EN EL MEDIO de la vereda para admirar el pantalón floreado de una vidriera. Pantalón que la vieja nunca va a poder lucir ya que tiene el culo más grande que un angar y el pantalón es talle 38. En el intento de frenar y esquivar a la geronte, te encontrás con el que viene de frente, que del empujón que te pega, terminás con el hombro mirando al sudoeste.
¿Qué hacer? ¿Cómo reaccionar?
¿Agarrar a la vieja de los pocos pelos que le quedan, tirarla al piso y bajarle los postizos de un puntinazo? Eso conllevaría a terminar en la comisaría más cercana al lugar del hecho intentando explicarle al G.I. Joe lo mierda que es este país y cuán pelotuda está la gente. Pero no valdría la pena, porque es policía. No lo entendería.
Más adelante seguramente te encuetres con "Mamá Boluda" e "Hijo Pelotudo" y su mochila-carrito, el invento más antihumano y molesto jamás creado por el hombre (y eso que hay varios...)
Es absolutamente innecesario ponerle ruedas a un mochilón, más aun teniendo en cuenta que en su interior sólo hay tres lápices, un manual de inglés que el niño jamás va a terminar de entender y un cuaderno de comunicaciones plagado de resentimientos por parte de las autoridades escolares... Esa mochila termina cumpliendo la única función de romperle soberanamente las pelotas a los transeúntes que se encuentran detrás, despertando en éstos unas ganas instintivas de matar tanto al niño como a la madre y revolear el carrito de mierda a lo más recóndito del planeta...
Señora, por favor, no le compre esas mochilas del orto a su hijo...
Señora, olvídese de ese pantalón. Su culo está grande. Y mis pelotas también. Siga caminando, por favor...